Me gusta sentir. Suelo ser bastante intensa porque siempre estoy tratando de disfrutar alguna emoción. Tristeza, alegría, rabia, nostalgia. Suelo ser, también, bastante racional, lo que hace que, a pesar de disfrutar la emoción, esté consciente de que es algo que pasará. Así que siempre escribo, dejo que fluya y cambio la página.
Pero hoy no quiero, hoy quiero tomarme un minuto para analizar un poco la realidad y ver bien alrededor. Hoy uno de mis mejores amigos se va del país, yo me iré pronto también y dejaré aquí a mis grandes amigas, esas que hice cuando entendí que Patricia, Daniela, Mariana y yo no estaríamos juntas por mucho tiempo. Hoy, en la mañana, me tomé unos minutos para disfrutar con calma del café, saborearlo, sentir su olor, hablar con mis papás.
Cuando venía en el camino, preferí ignorar el retraso y observar, grabar en mi memoria esos momentos importantes y no tan importantes, fotografías mentales que me acompañarán por siempre. Mientras caminaba, puse a Los Amigos Invisibles, y a su ritmo disfruté de las calles, los colores, el calor. Pensé. Sonreí. Recordé. Un día de estos, despertaré y extrañaré. Probablemente lloraré.
Y aquí viene otro asunto. Hace unos días le comenté a una amiga que estaba nostálgica y me dijo «supéralo, es hora de seguir adelante». No quise contestarle, pero ¿por qué no podemos disfrutar de nuestra nostalgia? ¿Cuál es el problema con llorar? Mi tía adoptiva favorita, la única que tengo, me dijo un día «llora, llora una vez al mes porque eso te limpia». Ella, como siempre, tiene razón.
Hoy estoy nostálgica porque Gabriel se va, porque yo me voy en un mes, porque me duele el país, porque me duele dejar cosas pendientes. Estoy triste por las relaciones que no funcionaron, por las que quedaron sin resolver, por las amigas que no he vuelto a ver, por las que pronto abrazaré.
Hoy también estoy feliz, en mi coctel hormonal, porque estamos cumpliendo tres añitos al aire, porque han sido grandes momentos y porque vendrán mejores tiempos para Mujeres del Siglo 21; pero es justo eso, ser mujer es sentir. Ser una mujer del siglo 21 no implica suprimir los sentimientos, todo lo contrario (o por lo menos eso creo), significa estar conscientes de los sentimientos, vivirlos, gozarlos.
Hoy brindo por sentir, ¡Salud!
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